EL DOSMILYPICO Magazine: Kerouac, Jack

Kerouac, Jack

Tome las cosas con calma, porque si las comienza a tomar seriamente, llegan a su fin.
Enamórate de tu existencia y haz lo que hagas para tí mismo, recogido, asombrado. (Sic. del autor)
Cuando murió en octubre de 1969 parecía un anciano aunque sólo tenía 47 años. Fue el autor de una serie de novelas de las que En el camino (1957), su obra más conocida, lo expuso ante una generación de jóvenes que lo transformaron en su modelo arquetípico, exigiéndole que representara en la vida real el rol de sus personajes en la ficción. A partir de esta situación ya no hubo punto de retorno a los días en que él, aún un desconocido, podía decidir qué hacer con su vida; el whisky se convirtió entonces en su válvula de escape, en su modo personal de evadir los días tumultuosos de su fama convirtiéndose, junto a William Burroughs, el primer representante de la conocida como generación 'Beats' o los integrantes de la 'Generación Beat' a los que se consideraba como miembros principales de las "grandes mentes lúcidas", cuya intención era la de interpretar la nueva sensibilidad moderna.
En su proceso creativo el tiempo es la esencia de la pureza del discurso, el lenguaje que realiza bosquejos de las formas es flujo ininterrumpido de personales y secretas palabras-ideas, como en la música realizan los músicos de jazz. Durante su breve vida publicó una serie de novelas que integran una extensa saga autobiográfica denominada "la leyenda de Duluoz", en la que él personifica al héroe de sus propias aventuras, muchas de ellas imaginarias, y en la que prevalece una mirada poética de las cosas y el mundo. Cuando le preguntaban acerca de sus opiniones respecto de la escritura, no se esforzaba en hacer diferencias entre la prosa y la poesía (que también escribió y no poco). Sostenía que sus ideas se aplicaban tanto a uno como otro género, la espontaneidad como método traspasaba los límites de las formas de la escritura.
Tampoco los músicos más influyentes, además por supuesto de los escritores contemporáneos, escaparon al influjo que desprendían sus relatos, naturales y aparentemente escritos sin esfuerzo, como Bob Dylan, que tal como hizo constar en su autobiografía en 1975, fue la prosa y la poesía de Kerouac las que le impulsaron a dedicarse al mundo de la composición y la música, o Patti Smith, que tomó de parte de su forma de relatar, su cadencia en el cantar. O Los actores Matt Dillon y Johnny Depp que dijeron y repitieron que los relatos de Kerouac había cambiado la imagen que ellos tenían del mundo. En resumidas cuentas la lista de los que han sido tocados por la voz de éste autor podría extenderse largo y tendido, pero basta aludir a los ya mencionados para hacerse una idea.
Hasta que un día como otro cualquiera, éste hombre de gustos simples y sencillos, que se desternillaba de risa ante cualquier humorista de televisión, al que sus admiradores y seguidores no sabrían reconocer por la calle, agobiado, decidió hacer un balance de su vida. Pocos días antes de morir escribió un artículo, publicado póstumamente, llamado "Después de mí, el diluvio" en el que se pregunta cual era realmente su sitio en la sociedad, en la vida, no sabiendo si era en realidad un político o un revolucionario, un policía o un ladrón, un agente de seguros o un vándalo, llegando a tomar la firme decisión de salir de su encierro y contarles a todos que él era, simple y llanamente, en realidad, el progenitor intelectual de una generación de revolucionarios alienados, fracasados, de una generación antibelicista, incluyendo entre todos ellos a los mismísimos 'beats'. Dice en él que en ese momento realmente necesita que aquellos que creen saber lo que él es y necesita se callen.
Moriría sin saber lo que había logrado cuando su corazón, hostigado por los medicamentos y el alcohol, dejó de latir exalando la escritura de los últimos días el pausado ritmo y la música profunda y arrastrada de los blues, cerca de la idea de diós, este poeta-narrador conocido también como "El poeta de la inevitabilidad" como en su propia trayectoria, vida y muerte demostró.

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