EL DOSMILYPICO Magazine: Scott Fitzgerald, Francis

Scott Fitzgerald, Francis

Pués sí, se puede decir, y en eso todos los entendidos están de acuerdo, que Scott Fitzgerald es el autor más representativo y típico de la llamada "generación perdida" que, junto con Faulkner, forma parte de tal dúo que preside la novelística estadounidense del siglo XX. De hecho, fue él quien la definió como aquella que había encontrado "todos los dioses muertos, las guerras combatidas y la fe en el hombre destruida".
Conocedor del aplauso a temprana edad, admirado por quienes despachan los laureles literarios como pocos, todo en él hacía augurar una larga y feliz existencia, como es habitual entre los escritores benditos. Así habría sido si un enemigo invencible no se hubiera cruzado en su camino desde sus primeros pasos. Tan atroz adversario no es otro que él mismo y los estudiosos del autor nos dicen que el origen de su inseguridad, la que le haría beber y buscar el éxito con el mismo ahínco, se remonta a la infancia y adolescencia del escritor al haber sido fruto de un matrimonio desclasado.
Primero rechazado en matrimonio por Zelda Sayre alegando su falta de recursos económicos, el escritor logra hacer una fortuna con su primera obra "A este lado del paraíso" basada en su propia vida y, ya casado ella , centro de su existencia, se inspirará en sus más grandes obras literarias en las que se puede ver a tal mujer de una u otra forma recreada, el éxito no se hace esperar. Ricos y famosos, el matrimonio se entrega a todos los excesos y disipaciones que el autor retrata en su páginas más intensas aunque como todo es la euforia y la falsa alegría que les proporciona el alcohol, el desastre se cierne sobre ellos. En 1921, tras el nacimiento de su hija, Zelda manifiesta los primeros síntomas de la locura que acabará por llevarla a la reclusión -moriría en 1948, durante el incendio de la clínica donde estaba confinada-, en tanto que en él se ceban los demonios interiores aumentando sus inseguridades y tormentos.
Todas sus obras posteriores son un grandísimo éxito de crítica y de público pero nada ni nadie puede salvar a su autor del infierno que le aguarda. No en vano, ya se sabe, su maldición es él mismo. Así, mientras Zelda va perdiendo la cabeza progresivamente, él se va más profundamente alcoholizando. Durante la creación de última novela publicada en vida ""Suave es la noche"(1934) se dice que bebía al día más de 300 cervezas más todas las botellas de cualquier otro tipo de licor al que pudiera acceder.
Cuando llega a Hollywood contratado como guionista ya es la sombra de quien fue y, sí, seguramente junto con Faulkner (alcohólico también), fue el autor más representativo y típico de la llamada "generación perdida", pero felizmente aquí siguen para ser encontrados, deleitándonos con sus grandes e irrepetibles estilos, historias y obras, de las que no se puede cualquier lector zafar.

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