EL DOSMILYPICO Magazine: Tolstoi, León

Tolstoi, León

Aristócrata, huérfano, mal estudiante, educado por preceptores y licenciado en Derecho, según sus propias palabras, en su juventud careció de cualquier principio ético, moral o religioso, entregándose sin remordimiento a la ociosidad. Disoluto, resistía asombrosamente las bebidas alcohólicas, jugaba a las cartas sin descanso y obtenía con envidiable facilidad los favores de las mujeres. Regalado por esa existencia de estudiante rico y con completa despreocupación de sus obligaciones, vivió algún tiempo tanto en la bulliciosa Kazán como en la corrompida y deslumbrante ciudad de San Petersburgo y, cuando no pudo más, extenuado a causa de los excesos, se refugió en el campo de su Yasnaia Poliana natal entre campesinos y esclavos sufriendo su conciencia una profunda sacudida ante el espectáculo del dolor y la miseria de sus siervos. A raíz de esta descorazonadora experiencia, concibió el noble propósito, no solo de cambiar radicalmente su existencia, si no el de mejorar hasta donde le fuera posible las opresivas condiciones que los pobres padecían.
De naturaleza activa y resistente, en un principio desorientado, después de algún tiempo en el ejército viajó por Francia, Alemania, Suiza..., y de allí se trajo las revolucionarias ideas pedagógicas que le moverían a abrir una escuela, próxima a la casona que él mismo habitaba, para pobres y fundar un periódico sobre temas didácticos al que puso por nombre el de su lugar de nacimiento. La enseñanza en su institución era completamente gratuita, los alumnos podían entrar y salir de clase a su antojo y jamás, por ningún motivo, se procedía al más mínimo castigo siendo el método imitado por otros aunque, como enfrentado directa y abiertamente con el poder establecido, el ejército, la iglesia ortodoxa y la censura y a su reivindicación de la libertad de palabra para todos, incluso para los disidentes políticos, despertó las iras del gobierno que a los pocos años mandó cerrarla, lo que supuso un serio revés en su existencia. Al margen y paralelemente, se dedicó plenamente a la escritura siendo sus experiencias personales e históricas hilo conductor de sus obras pues tanto los avatares político-sociales que le tocaron vivir como la muerte de un hermano, que le marcó profundamente, así como su matrimonio con Sofía Behrs, con la que mantuvo una relación difícil, fueron decisivos para su gran creación literaria que ésta misma esposa copiaba, repetía y pasaba a limpio.
La construcción de este monumento literario le reportó inmediatamente fama en Rusia y en Europa, porque fue traducido enseguida a todas las lenguas cultas e influyó notablemente en la narrativa posterior, pero el místico patriarca juzgó siempre que gozar halagadamente de esta celebridad era una nueva forma de "orgullo" o "pecado", una manera indigna de complacerse en la vanidad y en la soberbia.
Por último, concibió la idea de terminar sus días en un retiro humilde y, ya octogenario, abandonó su hogar subrepticiamente en la sola compañía de su acólito el doctor Marivetski, que había dejado su rica clientela de la ciudad para seguir los pasos del íntegro novelista. Tras explicar sus razones en una carta a su esposa, partió en la madrugada del 10 de noviembre de 1910 con un pequeño baúl en el que metió su ropa blanca y unos pocos libros pero el 14 el anciano autor fue víctima de un grave ataque pulmonar que lo obligó a detenerse y a buscar refugio en la casa del jefe de la estación ferroviaria de Astapovo donde recibió los cuidados solícitos de la familia de éste. Sofía llegó antes de que falleciera, pero no quiso turbar la paz del moribundo y no entró en la alcoba hasta después del final. Le dijeron, aunque no sabemos si la anciana pudo encontrar consuelo en esa filantropía tan injusta para con ella, que su últimas palabras habían sido: "Amo a muchos."
Si la literatura rusa es considerada como de las más espléndidas e indispensables, entre sus autores, León Tolstoi uno de los más grandes.
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